sábado, 7 de noviembre de 2015

La leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl (Parte 3)

     Popocatépetl bajó de la pirámide con el cuerpo de su amada en brazos. La gente en las calles lo vio pasar con el cadáver, todos pudieron observarlo, viendo también  como salía de la ciudad y se dirigía a los cerros. 
En la cima de un alejado cerro Popocatépec depositó el cuerpo muerto de su amada, lo acomodo suavemente entre los pastos, lo rodeo de flores de dulces aromas, se arrodillo a sus pies y comenzó a llorar. Su llanto era triste y melancólico, inundando los alrededores de sufrimiento y dolor. Tan grande y profundo fue su llanto que hasta Huitzilopochtli y Coyolxauhqui lo escucharon y al saber del amor y el sufrimiento tan grande de estos dos amantes, decidieron hacer algo para que nunca más estuvieran separados; así fue que un manto suave de nieve cayó sobre sus cuerpos y convirtió a los dos amantes en enormes montañas.

Es así que aún hoy en día podemos observar en el horizonte de México a estos nobles amantes; uno es el volcán Popocatépetl, quien permanece de rodillas a los pies de su amada, la montaña Iztaccíhuatl, la cual se encuentra dormida, en un eterno sueño, al cuidado de su amado. Así permanecen los dos amantes, cuidándose tiernamente por toda la eternidad.

M.C.B. 2015

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