sábado, 7 de septiembre de 2013

Aniversario


Su esposa lo estaba esperando para cenar, él lo sabía y ella también sabía que él podría tardar. Él le había advertido, pero eso no cambiaba en nada la situación; ella lo estaba esperando, como muchas veces antes, y él nuevamente llegaría tarde.
Había luchado mucho para conseguir este ascenso, para así poder tener más dinero y poder vivir mejor los dos, tener una mejor casa y mejores cosas y no preocuparse por cualquier situación económica. Desde hacía un año que estaban casados y en tan poco tiempo él había alcanzado un puesto importante en la empresa. Ahora tenía que trabajar aun más para conservar el nuevo puesto. Este día llegaría tarde a casa, no podría llegar a la cita con su mujer. Debía terminar de hacer el registro de las cuentas de la empresa. 
            Era ya muy noche cuando llegó a su casa, la cena en los platos se había enfriado. Su esposa dormía enojada en la cama. El comió lo que lo esperaba en la mesa, observo las velas, las copas, el vino y el mantel nuevo, todo había sido preparado para una ocasión especial; su aniversario. Cuando terminó se dirigió al cuarto. El ruido de la puerta al entrar la despertó, comenzaron entonces los reclamos.
Discutieron por largo tiempo, ella argumentando, él defendiéndose y explicándose. Ya estaba harta, harta de esa situación. Ya no lo soportaba, ya llevaba soportándolo por cerca de tres meses y esto se repetía casi cada semana. Él también ya no lo soportaba, sus reclamos, su incomprensión, así que decidió no discutir más, se dio la media vuelta, tomo las llaves del auto en la sala y salió de la casa.

                Se metió en el primer bar que encontró y comenzó a beber. Quería olvidar la discusión con ella, quería olvidar todo lo que se habían dicho y daba tragos a su bebida como si cada sorbo fuese a borrar las palabras o lo hechos de su memoria, pero los recuerdos no se iban, se aferraban cada vez más a su mente.
A las cuatro de la mañana lo corrieron del bar, ya la mayoría de los clientes se habían marchado, quedaban solo algunos pero ya era tarde, el negocio debía cerrar. Molesto, se puso a buscar por la ciudad algún bar abierto pero todos ya estaban cerrados, así que estacionó el auto frente a un parque y esperó.

                Aun seguía pensando en lo que había pasado, aun seguía recordando lo que él había dicho y no quería llegar todavía a casa. Sacó su cartera del bolsillo del pantalón, algo lo impulsó a hacerlo, él sabía lo que encontraría ahí. Observó la fotografía de su esposa y recordó el día que la vio con su vestido blanco, el día que la miró y supo que ella era la mujer más hermosa del mundo. Había pasado justo un año y él no había pensado en eso. El trabajo, las cuentas, los compromisos, los pendientes en la empresa, el ascenso, todo lo había absorbido, todo había ocupado su mente sin dejar siquiera un espacio para recordarlo, pero ahora recordaba, lo hacía claramente, recordaba ese día tan feliz, ese día cuando ella y él habían sido tan felices.

Cuando se casaron casi no tenían nada, él apenas había entrado a la empresa y los dos acababan de salir de la universidad, pero eso no importaba, lo que importaba era que estaban juntos y se amaban y querían vivir y compartir sus vidas para siempre. Ahora él tenía un puesto importante y ganaba bien y vivían en un mejor lugar y con mejores cosas, pero eso a ella no le importaba. Él había luchado mucho por alcanzar ese puesto para que los dos vivieran mejor y ella parecía no entenderlo, hasta que él lo comprendió. Antes no tenían nada y ahora podían tenerlo todo, antes ella era feliz y ahora parecía no serlo; antes no tenían nada pero eran felices y ahora que lo tenían todo eran infelices. Antes tenían problemas económicos pero estaban juntos y felices y ahora les sobraba el dinero y los lujos pero ahora él siempre estaba ocupado, ahora siempre estaba ausente o distraído, incluso cuando estaban juntos en la intimidad, siempre tenía algo en la mente que lo distraía y era eso lo que a ella le disgustaba. Él ya no estaba para ella y aún cuando su cuerpo estaba, su mente se encontraba en otro sitio. Ahí estaba ella, rodeada de cosas y de lujos, en una casa cómoda y grande, pero sin él. Lo había comprendido al fin, al fin comprendía lo que a gritos ella le estaba pidiendo, lo que ella necesitaba; él. Ella necesitaba su amor, su presencia, su cariño, su compañía, ella lo necesitaba a él; el dinero, la casa, los lujos, todo eso no importaba. Lo que importaba era estar juntos y felices. Ahora sabía lo que debía hacer, tenía que correr hacia ella, tomarla entre sus brazos y hacerle el amor. El trabajo no importaba, presentaría su renuncia o pediría cambio de actividad, lo que fuese necesario para tener tiempo y estar a su lado. Ahora debía estar con ella, esa era su felicidad y la de ella. Así que encendió el auto y se dirigió a casa.

                El cielo lucia los hermosos tonos azules que se observan antes del alba. La carretera era larga y recta, el aire era fresco. Faltaba muy poco tiempo para que llegase a su casa, para que abrazara a su esposa, la mujer que tanto amaba. Entonces las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre el parabrisas, primero ligeramente y después con mayor fuerza y cantidad. Los limpiadores se movían de un lado a otro a velocidad rápida, los autos pasaban rápido en sentido contrario. Algunos autos que venían detrás suyo incluso lo rebasaban. Él tenía que llegar a casa, debía aumentar la velocidad. Observaba con atención la carretera, los autos, mientras el limpia parabrisas se movía de un lado a otro, tratando de disipar las constantes gotas de lluvia que le dificultaban la visibilidad. Entonces su celular comenzó a vibrar y a hacer ruido. Intentó sacarlo de su bolsa y ver qué   era   pero   el   auto   dio   un   salto al   pasar sobre algo tirado  en   la   carretera —seguramente algún animal—, por lo que el celular cayó al suelo, entre sus pies. Bajó la mano intentando alcanzar el celular, mientras con su mano izquierda sostenía el volante. Se agachó más para poder alcanzar el celular, ya casi podía tocarlo. Cuando por fin lo alcanzó, alzo la vista y logro observar la camioneta que se dirigía justo hacia él.

                Para cuando los paramédicos llegaron él ya había muerto. Antes incluso de que los dos vehículos chocaran él ya estaba muerto. El impacto hizo que su cuerpo rebotara contra el asiento y el rebote contra la bolsa de aire le provocó una hemorragia cerebral. Sus órganos internos también sufrieron graves daños provocados por los golpes, los cuales colapsaron inmediatamente. El otro conductor sufrió igualmente graves daños, necesitaría hospitalización, pero sobreviviría, habían logrado salvarlo y ya lo trasladaban al hospital, pero con él había sido diferente.
Los rescatistas comenzaron a cortar el metal, intentando rescatar su cuerpo muerto. Intentaron buscar su cartera o algo que pudiera identificarlo. Encontraron un celular, aún funcionando. Tenía un mensaje de texto en la bandeja de entrada, lo abrieron y este decía:

                Regresa a casa por favor, t
                extraño, perdóname. T amo
                mucho. Vuelve mi vida.
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                De: AA Marian Esposa
                25/05/2013 05:52 AM


M. C. B.
05 de Septiembre de 2013

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