viernes, 7 de diciembre de 2012

Viviendo bajo la sombra


     El hecho de vivir siempre bajo la sombra es en muchas ocasiones decepcionante. El nadar contra la corriente significa siempre vivir en contra de todos y de todo. Chocar contra la pared y luego observar que crece cada vez más es cansado, y eso te hace dudar y te da ganas de claudicar, pero tu razón no te deja.
     Tu razón te dice que estás en lo correcto a pesar de que todos los demás digan lo contrario. Tu razón, tus pensamientos te dicen que lo que tú piensas es lo correcto y eso no te deja caer. Simplemente, tu sentido común te dicta hacer y pensar de cierta forma, aunque eso signifique llevarle la contraria a todo el mundo, pero tienes que vivir así, porque eso te dicta tu corazón y tu alma. No puedes ir en contra de tu propio sentir porque a pesar de sentir miedo e incertidumbre, te sientes vivo.

     Y por eso sigues adelante. Porque tu corazón y tu alma te dicen que estás en lo correcto, tú estás en lo correcto, a pesar de que todo el mundo se te venga encima, y vivirás y morirás con esa certidumbre de que a pesar de todo tú tienes la razón.


M.C.B. 
06 de Diciembre de 2012

martes, 4 de diciembre de 2012

De entre las llamas


     Me queda ya muy poco tiempo de vida, lo sé. Presiento que muy pronto vendrán por mí y terminarán lo que dejaron inconcluso, pero aunque eso pase, nunca dejaré de luchar y aun en el estado en el que me encuentro, intentaré hacer algo si es que llegan a acorralarme.

     Tenía más de ocho año que no sabía nada de mi tío Carlos, la última vez que lo vi fue cuando salí de la preparatoria. En ese entonces me regaló un extraño libro de cuentos de un tal Amul Akil Shiren, un árabe demente de mediados del siglo VII. En esa ocasión me dijo que iniciaría una investigación arqueológica muy prometedora, que de resultar satisfactoria le revelaría un inmenso y antiguo conocimiento.

     Esa fue la última ocasión que lo vi. Después de mi graduación no volví a saber de él hasta apenas cinco semanas atrás, cuando recibí la llamada de su abogado, el cual me habló para informarme que mi tío había muerto y que como único heredero de sus bienes me había dejado a mí, su sobrino favorito. Un profundo sentimiento de tristeza me invadió al escuchar al abogado decir esas palabras, mi tío había muerto: el que había sido como un padre cuando era niño y que me vio durante mi adolescencia, había muerto y yo no supe donde estaba o que hacía.
Así, entristecido por esa grave noticia y decidido a investigar más sobre la muerte de mi tío, viaje hasta aquel tranquilo poblado que fue su hogar por todos estos años. Era un lugar muy pintoresco, con casitas muy bien construidas en adobe y con tejados de distintos tonos rojizos. Las calles estaban empedradas y había una pequeña iglesia con un bello jardín de rosales.
     Cuando llegué, el abogado ya me estaba esperando. Él no me pudo explicar bien lo que había pasado con mi tío, de hecho, me dijo que no encontraron su cuerpo, solamente algunas de las pertenencias que traía consigo, pero el cadáver nunca fue hallado. Los últimos que lo vieron, mencionan que entró a su bar de costumbre y que pidió un trago de whisky sin hielo. Dicen que parecía muy pensativo y que contemplaba solamente a la nada. No le tomaron importancia. Siempre que lo veían rondar por el bar andaba sólo y se sentaba en una mesa del fondo a observar a las personas y escuchar la música. Pero esa ocasión fue distinta. Cuando entró al bar se dirigió directamente a la barra y no pidió lo de costumbre: pidió un trago de whisky, y se sentó ahí por un largo tiempo, mientras acababa su copa. Parecía pensativo y preocupado, y cuando se terminó la copa, pagó con un billete y no esperó a que le dieran su cambio, simplemente dejó el dinero y se marcho.
Esa fue la última vez que se le volvió a ver, de ahí nadie supo de él, hasta tres días después, cuando un arriero encontró su chaqueta, un pedazo de su pantalón y su billetera, tirados cerca de un riachuelo. Comentan que la chaqueta y el pantalón estaban maltrechos, con manchas de sangre y que parecía como si un animal las hubiera desgarrado.
     Después de haber comido nos dirigimos a la casa. Estaba a las afueras del pueblo, rodeada de muchas plantas y árboles, no era de muchas dimensiones pero parecía bien para vivir en el campo. El abogado no tenía tiempo para mostrarme la casa, había otros asuntos por atender, por lo que me entregó las llaves y los papeles de la casa y se despidió de mí. Así, después de haber recibido la casa, me quede sólo. Comencé a indagar en las habitaciones, tratando de buscar algo que me diera una explicación de lo que mi tío investigó todos estos años. Encontré libros, unos objetos extraños, pero nada fuera de lo que recordaba sobre mi tío. Seguí indagando por la casa hasta que me encontré en el sótano.
El lugar estaba desordenado, la iluminación era muy poca, el aire húmedo y con olor extraño. Al mirar el lugar recordé un sueño extraño que tuve una vez en la infancia. En ese momento no sabía porque sentí una extraña sensación, pero eso no me aparto de seguir revisando, hasta que al fondo del sótano encontré una reforzada puerta metálica. Intenté abrirla pero no cedió, vi la cerradura y recordé que el licenciado me había dado varias llaves. Así, comencé a probar todas, hasta que logré dar con la indicada y entré en esa oscura habitación. El lugar estaba completamente oscuro, por lo que busqué algún interruptor. Encendí las luces y observé un largo corredor que terminaba en una habitación circular. En el centro de la habitación estaba grabado un pentagrama con elaboradas líneas que lo atravesaban y en medio de este se encontraban los restos de lo que parecía ser una fogata. Para mí fue una gran sorpresa encontrar este lugar. En esta habitación no había nada más a excepción de una mesa con varios libros antiguos. Maldición del gato fue la curiosidad: tomé uno de los libros y lo comencé a hojear. Revisé los grabados y las anotaciones que contenían ―la mayor parte en un extraño lenguaje― y me detuve cuando encontré el grabado del pentagrama que estaba justo en el suelo de la habitación; debajo de la imagen se encontraba una especie de poema ―las palabras me parecieron familiares, me recordaban a aquel raro libro que me regaló mi tío hacía tantos años atrás― y comencé a leerlo: no me percaté de que inconscientemente lo leí en voz baja y seguí leyéndolo hasta que me distrajo una luz que surgía detrás de mí, volteé y vi la fogata encendida en medio del pentagrama: un fuego verde crecía de las cenizas que ahí se encontraban. Crecía más y más y eso me hizo alejarme. Entonces, esta luz verde destelló y vi como de ella surgían las creaturas más ominosas que haya visto antes. Salieron por completo de las llamas, para momentos después fijar sus horrendos ojos en mi ser. Su horrible forma nunca se me olvidara: parecían ser perros enormes, de la misma corpulencia de un hombre, solo que no tenían piel, únicamente se les veían los músculos y las venas pegadas a estos. Lo más extraño es que no parecían ser reales ―me froté los ojos para cerciorarme de que no me engañaban―, su cuerpos eran traslucidos, como si fueran fantasmas. Intenté retroceder pero una de las bestias se abalanzó sobre mi brazo y la otra saltó encima de mí y caí al suelo bruscamente. Forcejeé para liberarme pero sus enormes patas me presionaban contra el suelo e inmediatamente sentí sus agudos colmillos mordiendo mi cuello. Comencé a sentir como la vida me era succionada y un frio profundo invadió mi pecho. Las bestias seguían succionando mi esencia y yo no podía mover mi cuerpo, solamente miraba atónito, fue entonces que dirigí la mirada hacia el pentagrama en el suelo y hacia la fogata, la cual empezó a arder más y más hasta que vi como mi tío salió de entre las llamas, me miró en el suelo, levantó su mano y dijo unas extrañas palabras: una luz comenzó a brotar de su palma, tan resplandeciente que las horribles criaturas gimieron como cachorros asustados y se desvanecieron sobre mí.

     No recuerdo más cosas, solo recuerdo que vi a mi tío parado a mi lado sonriendo al mirarme, tirado, casi inconsciente en el suelo. Permanecí tirado ahí, con la vista fija en el techo del estrecho corredor. Pasaron muchas horas hasta que el abogado regresó para que yo firmara otros documentos. Me buscó por toda la casa y me encontró tirado en ese oscuro lugar. Fue él quien me trajo a este hospital. Perdí el habla, tengo parálisis facial y solamente soy capaz de mover mi brazo derecho. Los doctores dicen que no pueden explicarse lo que me sucedió, lo que digan ya no importa. Ahora solo espero mi fin. Le ruego a mi señor su protección. Le pido me conceda la muerte antes de que ellos regresen por mí. Que caro he pagado por mi curiosidad, si tan solo no me hubiera obstinado en revisar esos libros, pero ahora ya es demasiado tarde para mi arrepentimiento. Solo le pido a mi señor que guarde mi alma y me libre de caer en las garras de esos seres ominosos.

20 de Mayo de 2009.

Bienvenida

     Después de mucho tiempo de estar pensándolo he decidido crear este blog y es por eso que saludo a todos y de antemano les agradezco su visita. 

     En este blog quiero compartirles a todos ustedes los textos que escribo en mi tiempo libre, para que los conozcan y también yo pueda conocer su opinión.

      Nuevamente bienvenidos y gracias por su visita.